IMAGENES SANTISIMO

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IMAGEN EL PAN VIVO BAJADO DEL CIELO

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CALENDARIO 2011

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Cenáculos

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Danza "Corpus Christy"

Danza "Corpus Christy"

Esquema Diciembre 2010 "La Navidad"

Esquema Diciembre 2010 "La Navidad"

Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo

*Exposición del Santísimo

*Canto de adoración.

Comencemos nuestro encuentro suplicando al Señor que abra nuestro corazón y nuestra mente a la espera de su venida y digamos todos juntos:

Todos: ¡Ven, Señor, has resplandecer tu rostro sobre nosotros y estaremos salvados!

Oración

Señor Jesús, adoramos tu presencia entre nosotros y te damos gracias por el gran Don de la Eucaristía. Adoramos tu Cuerpo Sacramentado, ese Cuerpo que María llevó en su seno y lo dio a luz a la humanidad en Belén. Ese Cuerpo que Tú mismo entregaste como ofrenda al Padre para la salvación de la humanidad. Gracias, Señor, por elegirnos como laicos en la Iglesia para que tu Reino crezca entre los hombres. Amén

Compartamos la Palabra de nuestro Señor:

Lc 2, 11-12

Nada prodigioso, nada extraordinario, nada espectacular se les da como señal a los pastores. Verán solamente un niño envuelto en pañales que, como todos los niños, necesita los cuidados maternos; un niño que ha nacido en un establo y que no está acostado en una cuna, sino en un pesebre. La señal de Dios es el niño, su necesidad de ayuda y su pobreza. Sólo con el corazón los pastores podrán ver que en este niño se ha realizado la promesa

Is 9,5

Tampoco a nosotros se nos ha dado una señal diferente. El ángel de Dios, a través del mensaje del Evangelio, nos invita también a encaminarnos con el corazón para ver al niño acostado en el pesebre.

La señal de Dios es la sencillez. La señal de Dios es el niño. La señal de Dios es que Él se hace pequeño por nosotros. Éste es su modo de reinar. Él no viene con poderío y grandiosidad externas. Viene como niño inerme y necesitado de nuestra ayuda. No quiere abrumarnos con la fuerza. Nos evita el temor ante su grandeza. Pide nuestro amor: por eso se hace niño. No quiere de nosotros más que nuestro amor, a través del cual aprendemos espontáneamente a entrar en sus sentimientos, en su pensamiento y en su voluntad: aprendamos a vivir con Él y a practicar también con Él la humildad de la renuncia que es parte esencial del amor. Dios se ha hecho pequeño para que nosotros pudiéramos comprenderlo, acogerlo, amarlo.

Jn 1, 14

El Hijo mismo es la Palabra, la Palabra eterna se ha hecho pequeña, tan pequeña como para estar en un pesebre. Se ha hecho niño para que la Palabra esté a nuestro alcance. Dios nos enseña así a amar a los pequeños. A amar a los débiles. A respetar a los niños. El niño de Belén nos hace poner los ojos en todos los niños que sufren y son explotados en el mundo, tanto los nacidos como los no nacidos. En los niños convertidos en soldados y encaminados a un mundo de violencia; en los niños que tienen que mendigar; en los niños que sufren la miseria y el hambre; en los niños carentes de todo amor. En todos ellos, es el niño de Belén quien nos reclama; nos interpela el Dios que se ha hecho pequeño. En esta noche, oremos para que el resplandor del amor de Dios acaricie a todos estos niños, y pidamos a Dios que nos ayude a hacer todo lo que esté en nuestra mano para que se respete la dignidad de los niños; que nazca para todos la luz del amor, que el hombre necesita más que las cosas materiales necesarias para vivir.

Mt 22,37-39

Esto es todo: la fe en su conjunto se reduce a este único acto de amor que incluye a Dios y a los hombres. Pero enseguida vuelven a surgir preguntas: ¿Cómo podemos amar a Dios con toda nuestra mente si apenas podemos encontrarlo con nuestra capacidad intelectual? ¿Cómo amarlo con todo nuestro corazón y nuestra alma si este corazón consigue sólo vislumbrarlo de lejos y siente tantas cosas contradictorias en el mundo que nos oscurecen su rostro? Llegados a este punto, coinciden los dos modos en los cuales Dios ha "hecho breve" su Palabra. Él ya no está lejos. No es desconocido. No es inaccesible a nuestro corazón. Se ha hecho niño por nosotros y así ha disipado toda ambigüedad. Se ha hecho nuestro prójimo, restableciendo también de este modo la imagen del hombre que a menudo se nos presenta tan poco atrayente. Dios se ha hecho don por nosotros. Se ha dado a sí mismo. Por nosotros asume el tiempo. Él, el Eterno que está por encima del tiempo, ha asumido el tiempo, ha tomado consigo nuestro tiempo.

Navidad se ha convertido en la fiesta de los regalos para imitar a Dios que se ha dado a sí mismo. ¡Dejemos que esto haga mella en nuestro corazón, nuestra alma y nuestra mente! Entre tantos regalos que compramos y recibimos no olvidemos el verdadero regalo: darnos mutuamente algo de nosotros mismos. Darnos mutuamente nuestro tiempo. Abrir nuestro tiempo a Dios. Así la agitación se apacigua. Así nace la alegría, surge la fiesta. Y en las comidas de estos días de fiesta recordemos la palabra del Señor: Lc 14,12-14

Precisamente, esto significa también: Cuando tú haces regalos en Navidad, no has de regalar algo sólo a quienes, a su vez, te regalan, sino también a los que nadie hace regalos ni pueden darte nada a cambio. Así ha actuado Dios mismo: Él nos invita a su banquete de bodas al que no podemos corresponder, sino que sólo podemos aceptar con alegría. ¡Imitémoslo! Amemos a Dios y, por Él, también al hombre, para redescubrir después de un modo nuevo a Dios a través de los hombres.

Finalmente, se manifiesta un tercer significado de la afirmación sobre la Palabra hecha «breve» y «pequeña». A los pastores se les dijo que encontrarían al niño en un pesebre para animales, cuyo cobijo normal es el establo. Leyendo a Isaías (1,3), los Padres han deducido que en el pesebre de Belén había un buey y una mula, e interpretaron el texto en el sentido de que estos serían un símbolo de los judíos y de los paganos –por lo tanto, de la humanidad entera–, los cuales precisan de un salvador, cada uno a su modo: del Dios que se ha hecho niño. Para vivir, el hombre necesita pan, fruto de la tierra y de su trabajo. Pero no sólo vive de pan. Necesita sustento para su alma: necesita un sentido que llene su vida. Así, para los Padres, el pesebre de los animales se ha convertido en el símbolo del altar sobre el que está el Pan que es el propio Cristo: la verdadera comida para nuestros corazones. Y vemos una vez más cómo Él se hizo pequeño: en la humilde apariencia de la hostia, de un pedacito de pan, Él se da a sí mismo.

Una invitación en esta Navidad

Los invitamos a celebrar una Navidad distinta, con un poquito más de conciencia de que, en Navidad, es Jesús quien cumple años y que, se supone queremos homenajearlo.

La gran mayoría de nosotros, iniciando diciembre armamos el árbol de navidad y el pesebre, otros además también comienzan con la compra de los regalos que se pondrán a los pies del árbol para todos aquellos que mas apreciamos.

Compramos lo que podemos, lo que importa es el gesto y no el valor de los regalos. Lo cierto es que, es el cumpleaños de Jesús y nos regalamos entre nosotros solamente, pero hoy re proponemos que junto a esta experiencia vivas el Evangelio; te decimos como hacerlo.

Cuando salgas a comprar esos regalos que irán bajo el árbol, prepara unas monedas más, para comprar un regalo extra, ese regalo también ira bajo el árbol pero en su envoltorio o en una tarjeta dirá, “Para Jesús que vive en Ti”, solo eso dirá. No importa que es lo que contenga el regalo, no importa el valor de lo que hay dentro del paquete, sino que el valor estará en la dedicatoria que escribiste: “Para Jesús que vive en Ti”

Cuando tengas ese paquetito listo, lo pondrás debajo del árbol navideño y cuando se repartan los regalos a todos el único que quedara debajo del árbol será el de Jesús, porque es para Él.

A partir del día 25 llevaras ese regalo contigo cuando salgas a trabajar o lo dejaras en tu casa esperando a que Jesús lo venga a buscar, eso lo decidirás tú, seguramente alguien llamara a tu puerta y será para ese hermano el regalo reservado, será muy emocionante para ti y para la persona que Dios puso en tu camino y que seguramente nunca olvidara ese gesto, siempre le quedara en el alma y en algún momento de su vida lo va a recordar y se va a reconfortar, entonces allí se habrá cumplido el Evangelio “Todo lo que hagas al más pequeño, a mí me lo haces”

Juntos hagamos que esta Navidad, nos deje una enseñanza en el alma, aun hoy que muchos tenemos problemas económicos, pero una golosina no nos hará mas pobres.

Puedes compartir esta invitación, quizás a alguien le haga bien recibirlo y ponerlo en práctica, si somos muchísimos personas haciendo esto, daremos muchos regalos a Jesús, ¿Qué te parece?, uno solo no puede hacerlo todo, pero todos podemos hacer feliz a Jesús en cada hombre de la tierra.

Peticiones: En este momento en que nos hemos reunido como familia para prepararnos a recibir las fiestas de Navidad, dirijamos nuestra oración al Señor Jesús, Hijo de Dios vivo y de Santa María, que quiso ser también hijo de una familia humana; digámosle:

POR TU NACIMIENTO, SEÑOR, PROTEGE A NUESTRA FAMILIA.

Ø Que tu nacimiento Señor inspire más vocaciones al servicio de Tu Iglesia. Por el Papa, los obispos, los sacerdotes, los religiosos y los consagrados, para que se mantengan fieles en tu servicio. Por la Iglesia, para que con tu llegada renueve su misión de llevar esta Buena Nueva a todos aquellos que aún no te conocen.

Ø Señor Jesús, Palabra Eterna, que al venir al mundo, anunciaste la alegría a la tierra, alegra nuestros corazones con la alegría de tu visita.

ØReconciliador del mundo, que con tu nacimiento nos has revelado la fidelidad de Dios-Padre a sus promesas, haz que nosotros seamos también fieles a las promesas de nuestro bautismo.

ØRey del cielo y de la tierra, que por tus ángeles anunciaste la paz a los hombres, conserva en tu paz nuestras vidas y que haya paz en nuestro país y en todo el mundo.

ØHijo de Santa María, que quisiste serte Hijo de Mujer, concédenos descubrir que María es también nuestra Madre y ayúdanos a amarla con la ternura filial de tu corazón.

ØNiñito de Belén, enséñanos a amar y a proteger a los pequeños, a los débiles, te pedimos por los niños que sufren y son explotados en el mundo, tanto los nacidos como los no nacidos; los convertidos en soldados y encaminados a un mundo de violencia; los que tienen que mendigar; los que sufren la miseria y el hambre; los carentes de todo amor, para que nazca en ellos la luz del amor.

ØDios-con-nosotros, que quisiste nacer en el seno de una familia, bendice nuestro hogar para que en el siempre reine el amor de manera especial acuérdate de las familias que en estas fiestas de navidad viven en soledad y dolor y haz que sientan el consuelo de saberse hijos de la gran familia de Dios.

ØSeñor, danos la gracia de mirar esta noche el pesebre con la sencillez de los pastores para recibir así la alegría con la que ellos tornaron a casa. Te rogamos nos des la humildad y la fe con la que san José miró al niño que María había concebido del Espíritu Santo. Te pedimos nos concedas mirarlo con el amor con el cual María lo contempló. Y te pedimos que la luz que vieron los pastores también nos ilumine y se cumpla en todo el mundo lo que los ángeles cantaron en aquella noche: «Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor»

Se pueden añadir otras peticiones libres

Terminemos nuestras peticiones rezando la oración de los hijos de Dios: Padre Nuestro, Ave María y Gloria….

Incluyamos a Jesús en nuestras vidas en esta Navidad y descubramos para que hemos sido creados. Démosle gracias a Dios por haber enviado a su Hijo a salvarnos, celebremos no solamente su Nacimiento sino también su muerte la cual nos salva verdaderamente de la muerte del pecado. Meditemos la venida del Salvador del mundo y vivamos para siempre.

Hagamos cada día de nuestras vidas una verdadera Navidad donde Jesús nace no en una cueva fría de Belén sino en nuestro corazón. Démosle la bienvenida y amémosle con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y con toda nuestra fortaleza.

Dejemos que Cristo nazca de nuevo en nuestra vida y nazcamos de nuevo a la vida eterna.

O R A C I O N

Dulce Niño de Belén, haz que penetremos con toda el alma en este profundo misterio de la Navidad. Pon en el corazón de los hombres esa paz que buscamos, y que tú sólo puedes dar. Ayúdanos a conocernos mejor y a vivir fraternalmente como hijos del mismo Padre.

Descúbrenos también tu hermosura, tu santidad y tu pureza. Despierta en nuestro corazón el amor y la gratitud a tu infinita bondad. Únenos en tu caridad. Y danos a todos tu celeste paz. Amén.

¡ FELIZ NAVIDAD Y UN BIENAVENTURADO AÑO 2011… LLENO DE RETOS Y DE PROYECTOS EN LA PROMOCIÓN DEL REINADO DE DIOS !





BENDICIÓN DE LA CENA DE NOCHEBUENA

En el centro de la mesa se colocará una vela encendida.

Toda la familia, de pie, se reúne alrededor de la mesa. Santiguándose dicen:

El Padre, el hijo y el Espíritu Santo, sean glorificados en todo tiempo y lugar por al Inmaculada Virgen maría. Que Así sea. Amén

La madre de familia dice:

Hoy nos encontramos reunidos celebrando el nacimiento del Señor Jesús de la Virgen María. Dios, en muestra de su inmenso amor, envió a su hijo para que la comunión perdida por el pecado fuera restablecida. Él nos reúne esta noche y, unidos de la misma forma que la familia de Nazaret, nos muestra que nuestra espera no ha sido en vano.

Uno de los hijos lee:

Lc. 2, 8-14

Y todos responden:

Gloria a Ti, Señor Jesús, que hoy has nacido de la Virgen María.

Entonamos el siguiente canto:

CAMPANA SOBRE CAMPANA

1. Campana sobre campana y sobre campana una,

asómate a la ventana verás al niño en la cuna.

BELÉN, CAMPANAS DE BELÉN

QUE LOS ÁNGELES TOCAN,

¿QUÉ NUEVAS ME TRAÉIS? (2 veces)

2. Recogido tu rebaño, ¿adónde vas, pastorcito?

voy a llevar al portal requesón, manteca y vino.

3. Campana sobre campana y sobre campana dos,

asómate a la ventana, porque está naciendo Dios.

Para finalizar; el padre de familia reza la siguiente oración de bendición:

Oremos.

Dios Padre,
que nos enviaste a tu Hijo muy amado,
derrama tu bendición sobre estos alimentos
y también sobre los miembros de este hogar,
para que así, como ahora acogemos,
gozosos, a tu Hijo Reconciliador,
lo recibamos también confiados
cuando vengas al fin de los tiempos.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos responden:

Amén.

En el nombre del Padre, del hijo y del espíritu Santo. Amén.

Cenáculos

Cenáculos

Esquema Enero 2011 "EPIFANIA DEL SEÑOR"

Esquema Enero 2011 "EPIFANIA DEL SEÑOR"

"ME QUEDO CONTIGO"



Exposición del Santísimo Sacramento

Canto de adoración

Objetivo: Que la Eucaristía sea para nosotros una verdadera epifanía del Señor Jesús, que él se nos manifieste en ella y que seamos capaces de hacer llegar su luz a todos aquellos con quienes convivimos cada día.



Oración Inicial


Dios Padre amoroso, que con la fiesta de la

Epifanía de tu hijo Jesucristo, que se nos

muestra en su pequeñez y en nuestra propia

realidad humana, la estrella guíe nuestra fe

para acogerla, alimentarla y practicarla y

seamos para nuestros hermanos instrumentos

de la manifestación del amor de Cristo.

Y que Dios nos conceda a todos llegar a contemplar

en el esplendor de la gloria lo que conocemos

por la fe. Amen.



Contenido general del tema:

Porque Dios ha querido manifestarse abiertamente mostrando su designio salvador a favor de toda la humanidad. La noche de Navidad, Dios inauguró su nueva manera de manifestarse: lo hacía en la humanidad de Jesús. Así para los pastores, la manifestación consistió en el niño envuelto en pañales que contemplaron al seguir el anuncio de los Ángeles. Confiaron y vieron y oyeron “según lo que se les había anunciado”.

Los magos tienen hoy su fiesta porque de hecho la que ellos recibieron es considerada la primera manifestación. En su caso consistía en “ver al niño con María, su madre” gracias a haberse fiado de la palabra de las Escrituras que “los sumos sacerdotes y los escribas del pueblo”, por orden de Herodes, habían interpretado para ellos. Allí estaban por haberse fiado de una estrella que habían visto levantarse en el cielo y se habían dejado guiar por ella. Habían descubierto la estrella porque habían hecho de su vida una búsqueda apasionada de la verdad, y por lo tanto de Dios.

Dios se manifiesta, y al hacerlo suscita y reclama la fe de aquel a quien se dirige, ya que le ha sido concedido conocer algo desconocido. Sin esta fe la manifestación no dice nada, o incluso puede llegar a expresar lo contrario de lo que en realidad afirma.

Textos Bíblicos: Is. 60, 1-6

Vamos a recordar el día en que unos magos de Oriente fueron a adorar al Niño Jesús, Rey de los Judíos, Pastor de Israel y Salvador de todos los hombres. Esta es una oportunidad de pensar que regalos podemos ofrecerle hoy nosotros al Señor.

Escuchemos de pie el siguiente pregón: Is. 60, 1-6 (leer de la Biblia)

Con la llegada de los magos a Belén, el misterio comienza a revelarse: los pueblos paganos se ponen en camino hacia Cristo, y he aquí que el nacimiento de Jesús transforma la esperanza en realidad.

El Niño, colocado suavemente en el pesebre por María, es el Hombre-Dios que veremos clavado en la Cruz. El mismo Redentor está presente en el sacramento de la Eucaristía. En el establo de Belén se dejó adorar, bajo la pobre apariencia de un recién nacido, por María, José, los pastores y los Magos; en la Hostia consagrada lo adoramos sacramentalmente presente en cuerpo, sangre, alma y divinidad, y Él se ofrece a nosotros como alimento de vida eterna. En el Niño que María estrecha entre sus brazos los Reyes Magos reconocen y adoran al esperado de las gentes anunciado por los profetas, nosotros también podemos adorarlo hoy en la Eucaristía y reconocerlo como nuestro Creador, único Señor y Salvador. (Silencio)

Lectura del Evangelio Mateo 2, 1 – 12

Los Reyes Magos llegaron a Belén porque se dejaron guiar dócilmente por la estrella. Más aún, al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Es importante, queridos hermanos, aprender a escrutar los signos con los que Dios nos llama y nos guía. Es importante escuchar su voz que resuena en cada momento, acontecimiento y persona que se nos cruza en la vida cotidiana. Dejémonos conducir por la luz de su Palabra, por la luz de Cristo. Cuando se es consciente de ser guiado por Él, el corazón experimenta una auténtica y profunda alegría acompañada de un vivo deseo de encontrarlo y de un esfuerzo perseverante de seguirlo dócilmente. (Silencio)

Reflexión

¿Qué celebramos en la fiesta de Epifanía?

Hoy nosotros, ¿En que circunstancias y acontecimientos de nuestra vida reconocemos que Dios se está manifestando y nos está llamando a ir a su encuentro?

¿Qué le podemos ofrecer como regalo y agradecimiento por amarnos tanto?

Guardemos unos momentos de silencio, para meditar en nuestro corazón estos misterios de nuestra fe que hoy celebramos y adoremos con sencillez y buena voluntad al que es nuestro Salvador.



Dinámica

¡Me quedo contigo!

La Navidad y la fiesta de la Epifanía son épocas de gracias especiales… Jesús derrama sus dones en nosotros, si estamos abiertos para recibirlos, e igualmente nos pide que demos una miradita a nuestro interior y nos esforcemos por mejorar aquellas situaciones que lo ameriten, sabiendo él lo que necesitamos.

El objetivo de esta actividad es que todos se vayan con un don que el Niño Jesús les regala, y la responsabilidad que conlleva.

1. se colocan las tarjetas en una canasta o caja de Navidad.

2. se lee la reflexión “Jesús ha nacido ya”

3. cada persona ira sacando una tarjeta y leerá en voz alta lo que dice: un don que Jesús le da y una petición que le hace.

4. a la persona que le toque la tarjeta que dice: Me quedo contigo…., se le obsequiara un Niño Jesús, que permanecerá con ella durante todo el año. Al año siguiente esa persona llevara a su Niño Jesús, que se quedara con alguien más.

Es importante hacerle saber a todos el espíritu con el que hay que recibir el mensaje que Jesús da a través de su tarjeta. Nadie sabe mejor que El lo que necesitamos y en lo que flaqueamos, es un buen momento para aceptar su mensaje y proponernos trabajar en ello durante todo el año, haciendo un buen uso de las gracias que nos da disponiéndonos a dar fruto para corresponder con acciones a su Acción más grande; hacerse hombre para quedarse entre nosotros.

Reflexión.-

Jesús ha nacido ya ¡Aleluya! La espera ha terminado

Durante 9 meses María se ha preparado para la llegada del Salvador, ¡Cuantas cosas le habrá dicho mientras lo esperaba!

Palabras dulces, palabras de madre, llenas de amor y esperanza, Y ahora, ¿Qué le dirá al verlo moverse entre blancos pañales? José esperaba también con emoción la llegada del pequeño Niño, ¡Había tantas cosas que no comprendía! Pero su corazón, una vez atormentado, Ahora rebosaba de dicha ¡Ha nacido! Y al verlo inquietarse, lo toma entre sus brazos y le murmura al oído todo lo que su corazón guardaba.

En el cielo hay fiesta. Los ángeles cantan sus más bellas alabanzas al Creador, Cuando el Dios recién nacido se queda dormido, los mas hermosos ángeles Bajan de lo alto y se postran a sus pies, sus palabras se confunden Con el sonido del viento, ¿Qué le dirán los ángeles al pequeño Jesús?

Las estrellas en el cielo resplandecen y una, la mas bella y brillante, la que ha sido creada especialmente para este día, ilumina la llegada de los primeros pastores. Desde que el ángel les avisó, vienen corriendo. Han corrido todo el camino y están cansados pero nada podría detenerlos, Cuando entran en el humilde establo y se arrodillan ante el pesebre contemplas Con ternura al chiquitín, y Éste de pronto sonríe. En los corazones de los pastorcillos cae entonces, Como pesada lluvia, el gran amor de Dios. Y comienzan a platicarle bajito, en su sencillo lenguaje, de sus vidas, sus penas y alegrías.

Los reyes magos por orden del rey Herodes llegan del Oriente guiados por la estrella de Belén ofreciéndole oro, por su valor, como corresponde a un rey; incienso, que es la expresión de la oración y mirra, una resina aromática que se podía usar para los cuidados mortuorios, como corresponde a un hombre, al descubrir al Niño con María, se postraron adorándole y reconociéndole como Dios.

Sitúate tu, en el pequeño pueblo de Belén aquella noche fría de invierno, dirígete Hacia el establo y entra, que serás bienvenido ¿Qué le dirás a Jesús al verlo?


Preces:

A las puertas del año que comienza, queremos darte gracias Señor por lo que nos regalaste durante el año que acabamos de terminar. Después de cada invocación decimos: R/. Te damos gracias Señor.

Gracias Señor, por todo lo que me diste en el año que termino, gracias por mi vida, por haberme concedido cada dia la oportunidad de despertar, de estrenar el tiempo, de poder elegir la manera de cómo utilizarlo. Porque sin tomar en cuenta si lo desperdiciaba o lo aprovechaba, tu me lo seguiste regalando . Oremos.

Gracias por el don de la salud, que me permitió sentirme bien y realizar mis tareas cotidianas. Gracias por permitir la enfermedad, que me hizo acurrucarme entre tus brazos y descubrirte muy cercano en la presencia de los otros, de los que me atendieron, de los que me cuidaron, de los que me mostraron su cariño y su interés. Gracias porque el sufrimiento me permitió humanizarme, comprender mejor a los que sufren, ser solidario. Gracias porque pude unir mi sufrimiento al tuyo e interceder con amor por mis hermanos. Oremos.

Gracias por mi familia y amigos, porque en ellos descubrí tu presencia, tu amor, tu guía, tu manera de enseñarme a compartir lo que soy, a salir de mi mismo, y a convivir con los demás. Gracias por las personas difíciles que pusiste en mi camino, porque me permitieron aprender a perdonar, a acoger, a dialogar, a tender la mano como la tiendes Tú. Oremos.

Gracias por los momentos hermosos, por todo aquello que me permitió experimentar y compartir la felicidad. Gracias también por las dificultades, por las tristezas, por lo desgarrones y tropiezos que me hicieron descubrirte a mi lado tendiéndome la mano para levantarme, para sostenerme y hacerme encontrar nuevamente el camino. Oremos.

Gracias porque estuviste siempre conmigo, porque me saliste al encuentro a cada paso en los sacramentos, en tu palabra, en mis hermanos. Gracias porque me permitiste gozar de tu presencia, gracias porque me has amado desde toda la eternidad. Gracias por tener tu mirada amorosa puesta en mi, por todos tus dones, el mayor de los cuales es saberte mi padre, te doy las gracias Señor ¡Bendito y Alabado Seas! Oremos.

decimos: R/. Te lo pedimos y te damos gracias Señor.

Este año que comienza lo pongo en tus manos, Señor, Tu, Padre amoroso, que velas por mi y estas por encima de los limites del tiempo y del espacio, sabes lo que necesitare en este año que inicia, me abandono a tu misericordia, a tu providencia. Que sea lo que tu dispongas Señor. Libérame de la indiferencia, hazme sensible a las necesidades de los demás, y muéveme no solo a orar, a interceder por ellos, sino a realizar acciones concretas en beneficio suyo . Oremos.

Enséñame a mantenerme sencillo y alegre, a ser verdaderamente testigo tuyo en mi mundo, libérame de lo que me hace tropezar, de lo que me pesa; de mis rencores, mis egoísmos, mis orgullos, enséñame a ser paciente, comprensivo, a perdonar a los otros, a acogerlos en mi corazón, enséñame a amar como amas tú, aumenta mi fe, que sea capaz de descubrir tu presencia a mi lado, dame fortaleza y perseverancia en las pruebas, y ayúdame cada dia a recordar que nunca sucederá nada que tu y yo juntos no podamos superar. Oremos.

Ayúdame a no ser avaro ni desperdiciado con mi tiempo, con mis dones. Enséñame a darme a los demás, a comprender que solo vale la pena lo que se hace por los otros. Enséñame a salir de mi mismo para el ir al encuentro de mis hermanos, sin perjuicios, simplemente como tu, con la mano extendida y el corazón abierto. Líbrame de la vanidad, de creerme bueno, de sentirme satisfecho, no dejes que me paralice la pereza, el orgullo, la complacencia. No dejes de inquietarme, de ponerme en movimiento, de lanzarme contigo a construir tu reino de paz, amor y justicia. Oremos.

Te pedimos señor, que en el año que comienza nos concedas la gracia de vivir en la unidad familiar a fin de que compartiendo el amor y perdonando las incomprensiones lleguemos hasta ti, nuestro padre común. Quiero descubrirte en cada dia de este año que empieza y ayudar a que otros te descubran también Señor, que cuando me busquen a mi, te encuentren siempre a ti . Oremos.

Señor, Dios nuestro que por medio de una estrella diste a conocer a todos los pueblos, el nacimiento y la manifestación de tu Hijo, concede a los que ya te conocemos por la fe, llegar a contemplar, cara a cara, la hermosura de tu inmensa gloria. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

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Esquema Febrero 2011

Esquema Febrero 2011

"La Presentación del niño en el Templo"

Exposición del Santísimo Sacramento

Canto de adoración

Objetivo: Cuarenta días después de la Navidad, la Iglesia revive hoy el misterio de la presentación de Jesús en el templo. Lo revive con la Sagrada Familia de Nazaret, iluminada por la revelación plena de aquel "niño" prometido por los profetas el "sumo sacerdote compasivo y fiel" que vino para "expiar los pecados del pueblo"

Oración Inicial

Dios todopoderoso y eterno, te rogamos humildemente que, así como tu Hijo único revestido de nuestra humanidad, ha sido presentado hoy en el templo, nos concedas, de igual modo, a nosotros la gracia de ser presentados delante de ti con el alma limpia. Por nuestro Señor Jesucristo Amén.

Evangelio. Mis ojos han visto al Salvador. Lucas 2, 22-40

La Ley de Moisés mandaba que el hijo mayor de cada hogar, o sea el primogénito, le pertenecía a Nuestro Señor y que había que rescatarlo pagando por él una limosna en el templo. Esto lo hicieron María y José.

Por mandato del Libro Sagrado, al presentar un niño en el templo había que llevar un cordero y una paloma y ofrecerlos en sacrificio al Señor (el cordero y la paloma son dos animalitos inofensivos e inocentes y su sangre se ofrecía por los pecados de los que sí somos ofensivos y no somos inocentes. Jesús no necesitaba ofrecer este sacrificio, pero quiso que se ofreciera porque El venía a obedecer humildemente a las Santas Leyes del Señor y a ser semejante en todo a nosotros, menos en el pecado).

La Ley decía que si los papás eran muy pobres podían reemplazar el cordero por unas palomitas. María y José, que eran muy pobres, ofrecieron dos palomitas en sacrificio el día de la Presentación del Niño Jesús.

En la puerta del templo estaba un sacerdote, el cual recibía a los padres y al niño y hacía la oración de presentación del pequeño infante al Señor.

En aquel momento hizo su aparición un personaje muy especial. Su nombre era Simeón. Era un hombre inspirado en el Espíritu Santo. Es interesante constatar que en tres renglones, San Lucas nombra tres veces al Espíritu Santo al hablar de Simeón. Se nota que el Divino Espíritu guiaba a este hombre de Dios.

El Espíritu Santo había prometido a Simeón que no se moriría sin ver al Salvador del mundo, y ahora al llegar esta pareja de jóvenes esposos con su hijito al templo, el Espíritu Santo le hizo saber al profeta que aquel pequeño niño era el Salvador y Redentor.

El día 2 de febrero de cada año, se recuerda esta presentación del Niño Jesús al templo, llevando a alguna imagen del Niño Dios a presentar a la iglesia o parroquia. También ese día, se recuerdan las palabras de Simeón, llevando candelas (velas hechas de parafina pura) a bendecir, las cuales simbolizan a Jesús como luz de todos los hombres. De aquí viene el nombre de la “Fiesta de las candelas” o el “Día de la Candelaria” .

En México, se acostumbra que aquellos a quienes les tocó el muñeco de la rosca de reyes, son los que deberán presentarlo en el templo el día de la Candelas. Para esto, hay que vestirlo y engalanarlo. También, comprarle un trono para sentarlo. En esta celebración se bendicen la imagen del Niño Dios y las candelas, que representan la luz de Cristo en los hogares. Las velas benditas se pueden prender cuando surjan las dificultades de la vida durante el año.


Es una fiesta que podemos aprovechar para reflexionar acerca de la obediencia de María y para agradecer a Jesús que haya venido a iluminar nuestros corazones en el camino a nuestra salvación eterna.

El niño, que María y José llevaron con emoción al templo, es el Verbo encarnado, el Redentor del hombre y de la historia.

Hoy, conmemorando lo que sucedió aquel día en Jerusalén, somos invitados también nosotros a entrar en el templo para meditar en el misterio de Cristo, unigénito del Padre que, con su Encarnación y su Pascua, se ha convertido en el primogénito de la humanidad redimida.

Así, en esta fiesta se prolonga el tema de Cristo luz, que caracteriza las solemnidades de la Navidad y de la Epifanía, "Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel"

Por tanto, en esta fiesta celebramos el misterio de la consagración: consagración de Cristo, consagración de María, y consagración de todos lo que siguen a Jesús por amor al Reino.

El icono de María, que contemplamos mientras ofrece a Jesús en el templo, prefigura el de la crucifixión, anticipando también su clave de lectura: Jesús, Hijo de Dios, signo de contradicción. En efecto, en el Calvario se realiza la oblación del Hijo y, junto con ella, la de la Madre. Una misma espada traspasa a ambos, a la Madre y al Hijo (cf. Lc 2, 35). El mismo dolor. El mismo amor.

A lo largo de este camino, la Madre de Jesús, se ha convertido en Madre de la Iglesia. Su peregrinación de fe y de consagración constituye el arquetipo de la de todo bautizado. Lo es, de modo singular, para cuantos abrazan la vida consagrada.

¡Cuán consolador es saber que María está a nuestro lado, como Madre y Maestra, en nuestro itinerario de consagración! No sólo nos acompaña en el plano simplemente afectivo, sino también, más profundamente, en el de la eficacia sobrenatural, confirmada por las Escrituras, la Tradición y el testimonio de los santos, muchos de los cuales siguieron a Cristo por la senda exigente de los consejos evangélicos.

Oración

Oh María, Madre de Cristo y Madre nuestra, te damos gracias por que nos acompañas a lo largo del camino de la vida, y te pedimos preséntanos hoy nuevamente a Dios, nuestro único bien, para que nuestra vida, consumada por el Amor, sea sacrificio vivo, santo y agradable a él. Amén.

Aprovechamos esta reunión para presentar a nuestros hijos y dar gracias a Dios por tan bello regalo. Para ello elevaremos hasta Dios nuestras velas como signo de Cristo luz de los pueblos y protección de todos.

Ojalá seamos, a partir de aquí, piedras vivas para construir el verdadero templo para adorar a Dios en espíritu y verdad. Porque en este día Cristo, que es luz del mundo, quiere iluminar nuestro camino para no perder la necesidad de la Eucaristía, que no la merecemos, pero la necesitamos.

Oración de bendición de las candelas

¡Oh Dios!, luz verdadera, autor y dador de la luz eterna, infunde en el corazón de los fieles la luz que no se extingue, para que, cuantos son iluminados en tu templo por la luz de estos cirios, puedan llegar felizmente al esplendor de tu gloria. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Se rocían las candelas con agua bendita.

Oración de bendición de los niños

Oh Dios, autor y protector de la vida humana, que has concedido a estas hijas tuyas el gozo de la maternidad, dígnate aceptar nuestra alabanza y escucha con bondad lo que te pedimos:

Que guardes de todo mal a las madres y a sus hijos, que los acompañes siempre en el camino de la vida y que, a su tiempo, los acojas en la felicidad
de tu morada eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Se rocían los niños con agua bendita.

Plegarias: Oremos, hermanos y hermanas, a Jesús, el Señor, que, para cumplir la ley de Moisés, quiso ser presentado en el templo, y pidámosle que, como sacerdote compasivo, ruegue por nosotros y con nosotros, sus hermanos. (Respondemos a cada petición: Escúchanos, Señor).

ü Para que Cristo, luz que resplandece sobre la faz de la Iglesia , conceda a sus fieles convertirse en luz del mundo y en sal de la tierra Oremos.

ü Para que el Salvador del mundo sea anunciado y presentado ante todos los pueblos y se revele como luz de todas las naciones. Oremos

ü Para que los ancianos y moribundos, al ver que se acerca el fin de sus días, dejen este mundo en paz, seguros de que, terminada su carrera, verán al Salvador. Oremos.

ü Para que Cristo, luz que alumbra a todo ser humano venido al mundo, no sea para nosotros causa de caída, sino de levantamiento y de resurrección. Oremos.

Oración: Señor, Dios todopoderoso, que, en el final de su camino, realizaste los deseos santos de los ancianos Simeón y Ana, escucha nuestra oración y haz que también nuestros ojos puedan contemplar al Salvador en el templo eterno de tu gloria. El, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Cenáculos

Cenáculos

Cenáculos

Cenáculos

Ecuentro de Sanación

Ecuentro de Sanación

Encuentro de Sanación

Encuentro de Sanación

Encuentro de Sanación

Encuentro de Sanación

Encuentro de Sanación

Encuentro de Sanación

Encuentro de Sanación

Encuentro de Sanación

santuario de la viday esperanza de la sociedad”

Ø Exposición del Santísimo Sacramento

Ø Canto de adoración

Objetivo: Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, por tanto, esta creado en el amor y para el amor reciproco en Él. El hombre tiene la responsabilidad de dar fruto en el amor que entregue a sus hijos por medio de valores, encaminarlos en el verdadero sentido de la vida que es Dios mismo, en nuestro Señor Jesucristo, como ejemplo del amor entre el Padre y el Hijo.

UN HOGAR FELIZ

Señor Jesús, Tu viviste en una familia feliz. Haz de esta casa una morada de tu presencia, un hogar cálido y dichoso.

Venga la tranquilidad a todos sus miembros, la serenidad a nuestros nervios, el control a nuestra lengua, la salud a nuestros cuerpos.

Que los hijos sean y se sientan amados y se alejen de ellos para siempre la ingratitud y el egoísmo. Inunda Señor, el corazón de los Padres de paciencia y comprensión, y de una generosidad sin límites.

Extiende, Señor Dios, un toldo de amor para cobijar y refrescar, calentar y madurar a todos los hijos de la casa.

Danos el Pan de cada día, y aleja de nuestra casa el afán de exhibir, brillar y aparecer; líbranos de las vanidades mundanas y de las ambiciones que inquietan y roban la paz.

Que la alegría brille en los ojos, la confianza abra todas las puertas, la dicha resplandezca como un sol; sea la paz la reina de este hogar, y la unidad, su solido entramado.

Te lo pedimos a Ti que fuiste un hijo feliz en el hogar de Nazaret junto a María y José. Amén

Compartamos la palabra de nuestro Señor dando lectura y reflexionando las siguientes citas bíblicas.

Gn 1, 26-29

Ef 1, 1-14

Col 1. 15-20

San José es cabeza de la Sagrada Familia. El hombre en quien Dios confió sus más valiosos tesoros. Esposo de María Santísima, Padre virginal de Jesús. No hay en el cielo santo más grande después de su esposa, María. La paternidad de San José alcanza no sólo a Jesús sino a la misma Iglesia, que continúa en la tierra la misión salvadora de Cristo.

En la festividad de la Sagrada Familia, recordamos y celebramos que Dios quiso nacer dentro de una familia para que tuviera alguien que lo cuidara, lo protegiera, lo ayudara y lo aceptara como era .

Al nacer Jesús en una familia, el Hijo de Dios ha santificado la familia humana. Por eso nosotros veneramos a la Sagrada Familia como Familia de Santos .

María y José cuidaban a Jesús, se esforzaban y trabajaban para que nada le faltara, tal como lo hacen todos los buenos padres por sus hijos .

José era carpintero, Jesús le ayudaba en sus trabajos, ya que después lo reconocen como el “hijo del carpintero” .

María se dedicaba a cuidar que no faltara nada en la casa de Nazaret .

Tal como era la costumbre en aquella época, los hijos ayudaban a sus mamás moliendo el trigo y acarreando agua del pozo y a sus papás en su trabajo. Podemos suponer que en el caso de Jesús no era diferente. Jesús aprendió a trabajar y a ayudar a su familia con generosidad. Él, siendo Todopoderoso, obedecía a sus padres humanos, confiaba en ellos, los ayudaba y los quería .

¡Qué enseñanza nos da Jesús, quien hubiera podido reinar en el más suntuoso palacio de Jerusalén siendo obedecido por todos! Él, en cambio, rechazó todo esto para esconderse del mundo obedeciendo fielmente a María y a José y dedicándose a los más humildes trabajos diarios, el taller de San José y en la casa de Nazaret .

Las familias de hoy, debemos seguir este ejemplo tan hermoso que nos dejó Jesús tratando de imitar las virtudes que vivía la Sagrada Familia: sencillez, bondad, humildad, caridad, laboriosidad, etc .

La familia debe ser una escuela de virtudes. Es el lugar donde crecen los hijos, donde se forman los cimientos de su personalidad para el resto de su vida y donde se aprende a ser un buen cristiano. Es en la familia donde se formará la personalidad, inteligencia y voluntad del niño. Esta es una labor hermosa y delicada. Enseñar a los niños el camino hacia Dios, llevar estas almas al cielo. Esto se hace con amor y cariño .

“La familia es la primera comunidad de vida y amor el primer ambiente donde el hombre puede aprender a amar y a sentirse amado, no sólo por otras personas, sino también y ante todo por Dios.” .

Es necesario que los esposos orienten, desde el principio, su corazón y sus pensamientos hacia Dios, para que su paternidad y maternidad, encuentre en Él la fuerza para renovarse continuamente en el amor .

Así como Jesús creció en sabiduría y gracia ante Dios y los hombres, en nuestras familias debe suceder lo mismo. Esto significa que los niños deben aprender a ser amables y respetuosos con todos, ser estudiosos obedecer a sus padres, confiar en ellos, ayudarlos y quererlos, orar por ellos, y todo esto en familia .

Recordemos que “la salvación del mundo vino a través del corazón de la Sagrada Familia”.
La salvación del mundo, el porvenir de la humanidad de los pueblos y sociedades pasa siempre por el corazón de toda familia. Es la célula de la sociedad.

El bien más preciado de la Iglesia, la Santa Eucaristía. El sacramento del Cuerpo y de la Sangre del Señor Jesús “está en el centro de la vida eclesial” y es “misterio de luz, gracias al cual se introduce al creyente en las profundidades de la vida divina

Cristo en la Eucaristía, es el camino de la familia. ¡Un camino maravilloso, porque nos conduce al Señor Jesús, que se hizo camino para nosotros y así nos sigue dando la Verdad y la Vida en su Cuerpo Sacramentado!

“En la Eucaristía se revela el designio de amor que guía toda la historia de la salvación, que en sí mismo es amor, se une plenamente a nuestra condición humana. En el pan y el vino, bajo cuya apariencia Cristo se nos entrega en la cena pascual nos llega toda la vida divina y se comparte con nosotros en la forma del sacramento. Dios es comunión perfecta de amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, pero es en Cristo muerto y resucitado, y en la efusión del Espíritu Santo que se nos da sin medida, donde nos convertimos en verdaderos partícipes de la intimidad divina. Jesucristo, pues, que en virtud del Espíritu eterno se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, nos comunica la misma vida divina en el don eucarístico”

Como la Trinidad, la familia es misterio de Amor y comunión. La familia es también imagen de Dios Trinidad, y la vivencia de la comunión de personas que ha de darse en la familia encuentra su fundamento y su modelo pleno en la comunión de personas trinitaria.

Este misterio de Amor y de comunión que se vive perfectamente en Dios, y que la familia debe alcanzar se ha hecho “visible” –si cabe la expresión- en el sacramento de la Eucaristía. Para nuestras familias, la Eucaristía viene a ser como una “puerta” que nos permite avizorar el misterio del amor Trinitario vivido como comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y al mismo tiempo, la Eucaristía es también el “medio” que introduce a la familia en tan maravillosa realidad y la ayuda a plasmarla en su propia experiencia.

María, la “Mujer Eucarística” por excelencia, es maestra incomparable de las familias. Ella, de una manera única e inimaginable, fue verdadero “Templo” de la Santísima Trinidad cuando el Verbo de Dios se hizo hombre en su seno purísimo por una acción especialísima del Espíritu Santo en su persona. Ella vivió una vida de familia, cuyo centro era el mismo que hoy se nos da como Eucaristía.

De modo extraordinario, Ella vivió la dimensión sacrificial de la existencia asociada a su Hijo al pie de la cruz. Su vida en Nazaret fue de constante presencia ante Jesús, comprendiéndolo y amándolo cada vez más y aceptando permanentemente el Plan de Dios para su propia vida.

Ella, Madre de Jesús y nuestra, sabrá proteger a todas las familias que conforman la Iglesia, y llevarlas a un encuentro cada vez más pleno con Jesús-Eucaristía.

“El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente”. Todo hombre necesita el amor para reconocer la dignidad propia y de los otros y para encontrar un sentido valioso a su vida. Es el amor que le pueden ofrecer, en primer lugar, sus padres, su familia y, después, tantas otras personas. Y también la sociedad .

Efectivamente, la vida de las personas está decisivamente condicionada por la cultura de la sociedad en que vive. Cuando el amor por la verdad y el bien del hombre no impregna la cultura de las relaciones sociales y de la administración pública, el puesto central de la persona es sustituido por bienes menores, como los intereses económicos, de poder o de bienestar meramente material .

Pero hay una forma de amor que aparece mucho más ligada a la realización de la persona, al logro de una vida plena, porque expresa relaciones que constituyen a la persona como tal: es el amor de los padres a los hijos (que está en el origen de cada persona, que viene a la existencia como hijo), y el amor del hombre y la mujer (pues la dimensión esponsal es también constitutiva de la persona) .

La felicidad de las personas guarda una relación íntima con ese amor familiar. Por ello, muchos de los sufrimientos que marcan la vida de tantos hombres y mujeres hoy tienen que ver con expectativas frustradas en el ámbito del matrimonio y la familia. Y es que a la persona no le basta cualquier amor: necesita un amor verdadero, es decir, un amor que corresponda a la verdad del ser y de la vocación del hombre .

Los cristianos sabemos que sólo en el misterio de Cristo se revela y se cumple en plenitud el misterio de la vida humana en todas sus dimensiones; sólo en el Hijo amado puede cada ser humano encontrar el amor del Padre eterno que sacia los anhelos más profundos de todos los corazones. Ese amor infinito llena de sentido la vida familiar y la convivencia social.

“Yo he venido para que tengan vida” (Jn 10,10) .

La predicación del Evangelio es la primera misión que Cristo encomienda a los apóstoles y a sus sucesores, los obispos, quienes tenemos el deber de llevarla a cabo en toda su integridad. Nuestra primera tarea es anunciar a Jesucristo, el Salvador de todo hombre, el camino, la verdad y la vida (cfr. Jn 14,6). En comunión pastoral con el sucesor de Pedro queremos seguir su invitación para adentrarnos en la contemplación del rostro de Cristo -en quien resplandece el hombre nuevo- y secundar dócilmente su envío misionero: ¡echad de nuevo las redes! .

Esta es la tarea que los Obispos encomiendan a la familia hoy: vivir el auténtico amor cristiano, que es todo lo contrario al egoísmo y a la prepotencia. En la familia este amor se traduce en servicio y esfuerzo por hacer la vida feliz a los demás. Y nos recuerdan que la familia es la primera comunidad evangelizadora. Ella ha de recibir el mensaje evangélico, y ella lo ha de trasmitir a todos sus miembros, y las personas de su entorno. La familia cristiana se ha de tomar en serio la defensa de la vida humana, y la atención al espíritu. Una familia es una comunidad de vida y amor, y si esto es una realidad su propio espíritu se contagia necesariamente a los demás. La familia es el ecosistema humano en donde el hombre nace, crece y se desarrolla como persona. Ella es patrimonio de la humanidad, y como tal debemos cuidarla y defenderla

Oremos, hermanos, por las necesidades de la santa Iglesia y de todo el mundo: Te rogamos óyenos

  1. Por la santa Iglesia, para que Dios le conceda ser siempre la esposa fiel de Jesucristo. Roguemos al Señor.
  1. Por la paz de todo el mundo, para que cesen las ambiciones, desaparezcan las injusticias y enemistades y brote por todas partes el amor y la paz. Roguemos al Señor.
  1. Por las familias que sufren a causa de las enfermedades, por las que no tienen el pan necesario o viven lejos de sus hogares, por las familias que sufren, pasan por muchas dificultades o se ven amenazadas en su estabilidad y en el gran servicio al amor y a la vida para el que Dios las eligió, para que el Señor sea su auxilio y su ayuda. Roguemos al Señor.
  1. Por los miembros de nuestras familias que han muerto en la esperanza de la resurrección, para que Cristo los acoja en su reino y los revista de gloria y de inmortalidad. Roguemos al Señor.

Escucha, Padre de bondad, nuestra oración y concede a tus siervos, que confían en ti, conseguir los dones de tu gracia, conservar el amor en la unidad y llegar con su descendencia, después de esta vida, al reino eterno. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Conclusión.-

La Sagrada Familia es el modelo de la familia.

En ella vivió Jesús la mayor parte de su vida.

Toda familia es sagrada, porque algo de Dios hay en ella.

En toda familia está la huella de Dios.

Si Dios es familia, la familia es imagen de Dios.

Si Dios es dinamismo de comunión,

la familia se construye desarrollando este dinamismo.

Si Dios es fuente de vida, la familia la cultiva y propaga,

como un arroyuelo de esta fuente.

Si Dios es amor entregado y compartido,

en la familia el amor se entrega y se comparte.

En la familia está Dios. No hace falta ir lejos para encontrarle. Lo que hace falta es quererse.

En cada beso y en cada gesto de amor está Dios.

Que la Sagrada Familia sea modelo y ayuda para nuestras familias cristianas

Oremos hoy por todas las familias del mundo para que logren responder a su vocación tal y como respondió la Sagrada Familia de Nazaret.

Oración

“Oh Jesús, acoge con bondad a nuestra familia que ahora se entrega y consagra a Ti, protégela, guárdala e infunde en ella tu paz para poder llegar a gozar todos de la felicidad eterna.”

“Oh María, Madre amorosa de Jesús y Madre nuestra, te pedimos que intercedas por nosotros, para que nunca falte el amor, la comprensión y el perdón entre nosotros y obtengamos su gracia y bendiciones.”

“Oh San José, ayúdanos con nuestras oraciones en todas nuestras necesidades espirituales y temporales, a fin de que podamos agradar eternamente a Jesús. Amén.”

domingo, 5 de agosto de 2012


VIACRUCIS EUCARISTICO
Una devoción para hacer de la Semana Santa un puente                                                                                        que nos una con nuestros amados difuntos


-           Exposición del Santísimo
-           Canto de Adoración


ORACIÓN
Creo firmemente, Dios mío, que estoy en Tu presencia divina; Te adoro desde el abismo de mi nada y Te doy gracias con todo mi corazón por los incontables beneficios que Te dignas concederme.
Me humillo y confundo por lo mucho que Te he ofendido. «He pecado, Padre mío contra el Cielo y en Tu presencia, no soy digno de llamarme hijo Tuyo, pero admíteme siquiera como uno de tus esclavos». «Señor, ten piedad de mí por Tu misericordia infinita». Yo Te prometo con todo mi corazón, y ayudado de Ti mismo, nunca más volver a ofenderte. ¡Perdón, Señor; misericordia!
Te suplico, Jesús mío, me otorgues la gracia de practicar digna, atenta y devotamente este santo ejercicio, imprimiendo en mi alma Tus dolores infinitos y las virtudes de las cuales eres ejemplar divino en Tu sacratísima Pasión y en el Santísimo Sacramento.
Abraza con Tu amor mi helado corazón; oblígame a corresponderte ya con una vida santa y unirme estrechamente contigo, en la Eucaristía.
A Ti acudo también, Madre afligidísima, a Ti que fuiste la primera en recorrer esta senda del dolor, para ofrecerte mi tierna compasión, y para que llenes mi alma de los mismos sentimientos que entonces experimentaste.
Padre eterno, uno este santo ejercicio a los méritos infinitos de Tu Hijo y a los dolores de mi adorada Madre, y así unido, me atrevo a presentarlo a Tu soberana Gracia. Dígnate aceptarlo según las intenciones del Corazón Eucarístico de mi Salvador, y aplica, te ruego humildemente, todas las indulgencias que ganare en sufragio de las almas del Purgatorio. Así sea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria).
I. JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
V.        TE ADORAMOS, OH CRISTO Y TE BENDECIMOS.
R.        QUE POR TU SANTA CRUZ REDIMISTE AL MUNDO.
CONTEMPLACIÓN
Contempla, alma mía, a tu divino Redentor en el Pretorio. Es crudelísimamente azotado, coronado con agudas espinas, burlado y sentenciado a muerte. Jesús todo lo sufre por ti en silencio y con amor infinito.
Vuelve ahora tu mirada al Sagrario. Considera el silencio de Jesús y el amor sin medida que te tiene, no obstante que con tus irreverencias, pensamientos malos, afectos pecaminosos y demás crímenes, de continuo lo azotas, escarneces, coronas con bárbara crueldad y sentencias a muerte.
ORACIÓN
¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en Tu pasión!
Tú inocentísimo, y yo el abominable reo que merece sentencia de muerte eterna....
Pero no la des contra a quien tanto te ha costado; te prometo no más pecar, imitarte en tu silencio en medio de mis penas y volverte amor por amor.
Madre llena de dolor, haz que cuando expiremos nuestras almas entreguemos por tus manos al Señor
Jesús mío, ten misericordia de las almas del purgatorio
Las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Así sea.
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

II. JESÚS SE ABRAZA CON LA CRUZ
V. TE ADORAMOS, OH CRISTO Y TE BENDECIMOS.
R. QUE POR TU SANTA CRUZ REDIMISTE AL MUNDO.
CONTEMPLACIÓN
Jesús es cargado con la pesadísima cruz de tus iniquidades. Con qué alegría, con cuánto amor la recibe, la abraza, la estrecha contra su divino Corazón y la lleva por ti.
También en el Sagrario, ¡qué cruces tan pesadas carga Jesús! tus frialdades, ultrajes y tal vez sacrilegios. Y Jesús abraza estas cruces con amor infinito y las aceptaría aún más pesadas con tal de ganarte, alma mía.
ORACIÓN
¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón misericordia; yo soy el verdugo en Tu Pasión!
Es cierto que te he cargado con las cruces de mis iniquidades; pero yo prometo aliviarte con mi respeto, alabanzas, al amor y reparaciones a Ti en el Sagrario, y con la aceptación amorosa de todas las cruces que te dignes mandarme.
Madre llena de dolor…
Jesús mío, misericordia…
Las almas de los fieles difuntos…
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria).

III. JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ
V. TE ADORAMOS, OH CRISTO Y TE BENDECIMOS.
R. QUE POR TU SANTA CRUZ REDIMISTE AL MUNDO.
CONTEMPLACIÓN
Jesús cae por primera vez bajo el peso de la cruz. Tu Salvador yace por tierra; su rostro divino, encanto de los cielos, confundido con el asqueroso polvo.
A Jesús en la Eucaristía no le faltan mortales caídas. Muchas veces  habrá tenido que descender, por fuerza de la obediencia a sus ministros; a ti, mal dispuesto a recibirle. Jesús se ha visto entonces obligado a unir su Corazón Santísimo contigo, tierra sucia y hedionda, charca de vicios. ¡Qué humillación, qué caída, qué amor de Jesús!
ORACIÓN
¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en Tu Pasión!
Cómo me angustio, Dueño mío, al considerar tu caída bajo el peso de la Cruz y las incontables que has sufrido, con tanta paciencia, viniendo sacramentado a mi corazón.
Perdóname, Señor, y ya me apresuro a levantarte con mi arrepentimiento y a consolarte con el firme propósito de jamás acercarme a la Mesa de los Ángeles sin una fervorosa y digna preparación.
Madre llena de dolor…
Jesús mío, misericordia…
Las almas de los fieles difuntos…
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

IV. JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE
V. TE ADORAMOS, OH CRISTO Y TE BENDECIMOS.
R. QUE POR TU SANTA CRUZ REDIMISTE AL MUNDO.
CONTEMPLACIÓN
María encuentra al Hijo de sus entrañas en la calle de la amargura. ¿Cómo lo ve? Sangre, lodo y esputos velan su encantadora Faz. Agudas espinas ciñen sus sienes; su cuerpo es una fuente de sangre.
La Madre sufre el más cruel de los martirios, contemplando de esta suerte a su Hijo Divino.
El Sagrario es frecuentemente calle de amargura para María; ahí contempla a su Jesús de nuevo perseguido, llagado, agonizante por los crímenes de sus mismos hijos.
ORACIÓN
¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en Tu Pasión!
Virgen dolorosa y Madre tiernísima, cese tu llanto, cese tu agonía. El verdadero culpable y verdugo, así como de Jesús, te ofrece sus lágrimas y su dolor, y te promete no olvidar tus  penas, te amo con todo el corazón y, unido a Ti, amar sin medida a tu Hijo en la Eucaristía.
Madre llena de dolor…
Jesús mío, misericordia…
Las almas de los fieles difuntos…
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria).

V. EL CIRINEO AYUDA A JESÚS A CARGAR CON LA CRUZ
V. TE ADORAMOS, OH CRISTO Y TE BENDECIMOS.
R. QUE POR TU SANTA CRUZ REDIMISTE AL MUNDO.
CONTEMPLACIÓN
Los sayones obligaron al Cirineo a llevar la Cruz del moribundo Salvador, no porque la compasión los moviera a ello, sino para tener el infernal capricho de contemplarlo crucificado en el Gólgota.
Desde el Tabernáculo, Jesús está continuamente pidiendo un Cirineo que lo consuele y repare con amor y servicio las ingratitudes de sus hijos. «¿No habrá un alma que quiera sacrificarse por mí? Busco una víctima para mi Corazón, ¿dónde la hallaré?
ORACIÓN
¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en Tu Pasión!
Si hasta ahora he sido tu cruz, de hoy para siempre seré tu Cirineo; he oído tus angustias quejas y me determinan a decirte desde lo íntimo de mi alma: «Yo quiero sacrificarme por Ti, víctima tuya quiero ser; dame tu cruz, dame tu amor, nada más te pido».
Madre llena de dolor.....
Jesús mío, misericordia.....
Las almas de los fieles difuntos......
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

VI. LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS
V. TE ADORAMOS, OH CRISTO Y TE BENDECIMOS.
R. QUE POR TU SANTA CRUZ REDIMISTE AL MUNDO.
CONTEMPLACIÓN
La Verónica enjuga con su velo el rostro de Jesús. No la retraen de acto tan piadoso, la ferocidad de los verdugos ni el temor de aparecer ella sola como la única que no se avergüenza del divino Sentenciado a la muerte en cruz.
Aunque pocas, no faltan almas abrasadas de amor por la Eucaristía; almas que, hollando el infierno, el funesto «qué dirán» del mundo y su propia flaqueza, tienen su morada en el
Sagrario y ahí, como otras Verónicas, dulcifican las amarguras de Jesús con sus constantes reparaciones.
Alma mía, ¿no envidias morada y ocupación tan santas?
ORACIÓN
¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en Tu Pasión!
Bien conoces y sufres hondamente mi debilidad y bajeza al obrar a impulsos de mis pasiones y del respeto humano. ¡Cuántas veces, a la sombra de qué dirán, te he abandonado y he renegado de
Ti! ¿Qué hacer ahora? Venceré mis pasiones, pisotearé el respeto humano y viviré mis pasiones, pisotearé el respeto humano y viviré contigo en el Sagrario.
Madre llena de dolor…
Jesús mío, misericordia…
Las almas de los fieles difuntos…
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria).

VII. JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
V. TE ADORAMOS, OH CRISTO Y TE BENDECIMOS.
R. QUE POR TU SANTA CRUZ REDIMISTE AL MUNDO.
CONTEMPLACIÓN
Jesús cae por segunda vez en tierra. Sus dolores son más intensos que en su primera caída. Con qué dificultad se levanta; le falta el alimento. Y a medida que decrece su fortaleza, multiplicase el encarnizamiento de sus verdugos. A golpes y fuertes sacudidas, como si tu Dios fuera una bestia, lo obligaban a proseguir.
Así de crueles y humillantes son las segundas caídas de Jesús Hostia, al ser recibido sacrílegamente por aquellos corazones que han gustado las delicias de su amor, y a quienes incontables veces ha dado el abrazo y el ósculo del perdón. ¿Has sido tú del número de estas almas verdugos?
ORACIÓN
¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón,  misericordia; yo soy el verdugo en Tu Pasión!
He abusado de tu amor paciente; me he escudado con tu misericordia para ofenderte con más saña y libertad. Perdón, mil veces perdón, y has que tus misericordias las aproveche en lo venidero para reparar, con todos mis actos, los sacrilegios que sufres en el Santísimo Sacramento.
Madre llena de dolor…
Jesús mío, misericordia…
Las almas de los fieles difuntos…
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

VIII. JESÚS CONSUELA A LAS PIADOSAS MUJERES
V. TE ADORAMOS, OH CRISTO Y TE BENDECIMOS.
R. QUE POR TU SANTA CRUZ REDIMISTE AL MUNDO.
CONTEMPLACIÓN
Jesús consuela a las hijas de Israel. ¡Oh, caridad incomparable del Salvador! Hallase sumergido en el mar amargo de todas las angustias y de todos los dolores, y, no obstante, como que olvida sus propios tormentos para consolar a las afligidas mujeres que lloran por Él.
No de otra suerte, sino como Consolador divino, aparece Jesús en el Sagrario. A los que sufren, a los que lloran, a los fatigados por la cruz, a todos sin excepción llama y dice:
«Venid a Mí y yo os aliviaré». Ve, alma mía, vuela al Corazón de Jesús que te espera en su prisión de amor. Él te dará paz, consuelo, fortaleza y perseverancia.
ORACIÓN
¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en Tu Pasión!
Consuélame, Jesús mío; Tu no ignoras mis necesidades y mis angustias; y enséñame, como a las hijas de Jerusalén, a llorar primero mis pecados que se ha multiplicado sobre los cabellos de mi cabeza, para llorar después con un corazón muy puro, tu sacratísima pasión.
Madre llena de dolor…
Jesús mío, misericordia…
Las almas de los fieles difuntos…
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria).

IX. JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
V. TE ADORAMOS, OH CRISTO Y TE BENDECIMOS.
R. QUE POR TU SANTA CRUZ REDIMISTE AL MUNDO.
CONTEMPLACIÓN
Jesús cae por tercera vez en  tierra. Si su omnipotencia y el deseo infinito de padecer aún más por ti, no lo animaran, no hubiera podido levantarse.
Tan lastimosa fue la caída de tu Salvador. ¡Se levanta por fin! Contempla la cumbre del Calvario, y agonizante, pero gozoso sigue subiendo.
Estas terceras caídas, mortales y dolorosas sobre toda ponderación, las sufre Jesús en la Eucaristía al descender al criminal corazón de las personas que le están especialmente consagradas. «Si mi enemigo me ultrajase, lo sufriría ciertamente, pero que tú, hijo mío, quien se sienta conmigo a la Mesa; que tú me ultrajes, ¡ah!, no lo puedo sufrir».
ORACIÓN
¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en Tu Pasión!
Te agradezco con tu mismo amor infinito la paciencia que me has tenido:
¡Cuánto me amas y a qué precio me has rescatado! A tu ejemplo, te prometo levantarme siempre que tenga la desgracia de caer, subir gozoso el Calvario que me preparas y reparar con especialidad las ofensas que recibes de tus almas predilectas.
Madre llena de dolor…
Jesús mío, misericordia…
Las almas de los fieles difuntos…
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

X. JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
V. TE ADORAMOS, OH CRISTO Y TE BENDECIMOS.
R. QUE POR TU SANTA CRUZ REDIMISTE AL MUNDO.
CONTEMPLACIÓN
Bárbaramente, arrancan a Jesús sus vestiduras, renovando todas sus llagas y exacerbando todos sus dolores. Pero sobre todo considera, alma mía, la afrenta que recibe tu Redentor y la vergüenza que sufre al quedar desnudo ante la soldadesca. ¡Cómo satisface por las deshonestidades! Mil cruces le hubieran sido menos duras que esta ultraje a su santidad.
Contempla la desnudez de Jesús en el Sagrario. ¡Qué pobreza! Los palacios de los hombres están recubiertos de oro y seda, mientras que el olvidado Tabernáculo carece, a las veces, aún de los blancos pañales de Belén. Es más pobre que la pobre choza del mendigo.
ORACIÓN
¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en Tu Pasión!
Me avergüenzo y arrepiento de mis impurezas, causa de tu afrentosa desnudes, y te pido, por esta tu pena, imprimas en mi alma un odio constante e inmenso a vicio tan detestable y bestial. Desnúdame de todo apego a las criaturas y cúbreme con el ropaje de tu gracia, para abrigarte con él siempre que tenga la felicidad de recibirte en mi pecho.
Madre llena de dolor…
Jesús mío, misericordia…
Las almas de los fieles difuntos…
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria).

XI. JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
V. TE ADORAMOS, OH CRISTO Y TE BENDECIMOS.
R. QUE POR TU SANTA CRUZ REDIMISTE AL MUNDO.
CONTEMPLACIÓN
Jesús es clavado en la Cruz. Le mandan los verdugos se tienda sobre ella y obedece al punto. «Jesús fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz». Taladran después con gruesos clavos sus santísimos pies y manos. Contempla, alma mía, a tu Padre; te espera con los brazos abiertos.
El amor tiene como clavado a Jesús en la Eucaristía. «Estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos»... «Mis delicias son estar con vosotros, hijos de los hombres». Y la obediencia de Jesús en este Sacramento, ¡qué incomprensible es! Aunque el sacerdote sea otro Judas, lo obedece ciegamente ¡Qué responderás de tu falta de sujeción, de tu habitual desobediencia a tus superiores?

ORACIÓN
¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en Tu Pasión!
Para enseñarme a obedecer, Tu, nuestro Dios, te sujetas a tus verdugos, y yo, vilísima criatura a Ti mismo desobedezco, como otro ángel rebelde. Pero, Salvador y modelo mío, ya no será así; te prometo sujetarme pronta, voluntaria y ciegamente a todos mis superiores, sean quienes fueren.
Madre llena de dolor…
Jesús mío, misericordia…
Las almas de los fieles difuntos…
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

XII. JESÚS MUERE EN LA CRUZ
V. TE ADORAMOS, OH CRISTO Y TE BENDECIMOS.
R. QUE POR TU SANTA CRUZ REDIMISTE AL MUNDO.
CONTEMPLACIÓN
Jesús muere en la Cruz: «E inclinando su cabeza, entregó su espíritu». Alma mía, contempla, si puedes, tu obra. No los sayones, sino tus propios pecados, han arrancado la vida a tu Salvador. ¿Aunque no estás satisfecha?  Jesús no puede hacer nada más por ti: su inmaculada Madre, su sangre, su vida, todo te han entregado.
La muerte de Jesús se repite sin cesar en nuestros altares. Bajo las especies de pan y de vino es inmolado por el Sacerdote y ofrecido al Padre como Hostia de propiciación por los pecados. También aquí se entrega totalmente a sus hijos: cuerpo, sangre, alma y divinidad; todo se da a quien lo quiere recibir. Jesús, en el Sagrario, ¿qué más puede hacer por ti?
ORACIÓN
¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en Tu Pasión!
Yo, inhumano, te he dado la muerte, y Tu, misericordiosísimo, me has dado la vida y vida eterna. «¿Qué devolveré al Señor por todos sus beneficios?» Aquí estoy, Señor, dispón de mí según tu divina voluntad.
Madre llena de dolor…
Jesús mío, misericordia…
Las almas de los fieles difuntos…
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

XIII. JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ
V. TE ADORAMOS, OH CRISTO Y TE BENDECIMOS.
R. QUE POR TU SANTA CRUZ REDIMISTE AL MUNDO.
CONTEMPLACIÓN
Bajan de la Cruz el cuerpo divino del Salvador y  lo depositan en los brazos de su afligidísima madre, ¿No conocéis a vuestro Hijo, Señora? Es el mismo «hermosísimo entre los hijos de los hombres que llevabais a vuestros pechos virginales». Su amor lo ha desfigurado. Y tú eres, alma mía, el reo y eres también el verdugo.
El sacerdote puede bajar algunas veces a Jesús, Hostia del Sagrario donde ha sido ultrajado, al corazón de verdaderos amantes; de almas que saben cómo María, compadecer a su Dios y lavar y ungir su destrozado cuerpo con lágrimas de arrepentimiento y con besos de amor. Sé tú, alma mía, no ya verdugo, sino del número dichoso de estas almas reparadoras.
ORACIÓN
¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en Tu Pasión!
Virgen dolorosa, yo quiero reparar mi crimen y así mitigar tu quebranto. Para conseguirlo, adoptame por hijo, hazme participante de tus dolores y dame con largueza tu compasión y amor siempre que tenga la felicidad de recibir a tu Jesús en la Eucaristía, para consolarlo y amarlo dignamente.
Madre llena de dolor…
Jesús mío, misericordia…
Las almas de los fieles difuntos…
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

XIV. JESÚS ES DEPOSITADO EN EL SEPULCRO
V. TE ADORAMOS, OH CRISTO Y TE BENDECIMOS.
R. QUE POR TU SANTA CRUZ REDIMISTE AL MUNDO.
CONTEMPLACIÓN
La Santísima Virgen deja el cuerpo de su Hijo en el sepulcro y ahí deja también su purísimo y lacerado corazón, como guardia fiel que cuida el más rico de los tesoros. María tiene que volver a la ciudad. «¡Grande como el mar es su quebranto!».... «¡Oh, vosotros que cruzáis por el camino de la vida, atended y ved si hay dolor semejante a su dolor!»
El Sagrario es, ¡ay!, por el abandono en que se halla, un sepulcro para el Corazón amante de Jesús. Ahí está Él, por el amor infinito que te tiene, real y verdaderamente presente, de día y de noche  y siempre esperándote. Alma mía, enciérrate con Jesús en el Sagrario, haz ahí tu morada eterna. Jesús es tu tesoro, tu corazón, tu bienaventuranza.
ORACIÓN
¡Oh, Corazón Eucarístico de Jesús, perdón misericordia; yo soy el verdugo en Tu Pasión!
Recibe, en reparación de mis crímenes que claman venganza al Cielo, mi última y la más fervorosa y humilde de mis promesas: llorar mis pecados, nunca más ofenderte, vivir contigo en el Tabernáculo y trabajar cuanto pueda, por tu gloria. Corazón Eucarístico de mi Dios, si tengo que separarme del Sagrario por mis deberes, concederme el inmerecido don de que mi alma jamás se separe de este divino Nido, testimonio el más elocuente del infinito amor que me tienes. Ahí en el Sagrario, quiero vivir eternamente.
¡Jesús está vivo!  ¿Dónde está, muerte, tu victoria?


Imploremos hermanos al Dios de Misericordia y pidámosle su ayuda para poder invocar su nombre con sentimientos que le agraden. Digamos todos, Te rogamos, óyenos

1.      Jesús mío, por aquel sudor copioso de sangre que sudaste en el huerto, ten misericordia de toda la Iglesia, por todos los que la formamos, para que seamos en el mundo un testimonio vivo de Tu Mensaje, trabajando por hacer posible un mundo más justo y solidario, y ayudando especialmente a los pobres y marginados para que puedan salir de las situaciones que les crea la pobreza y marginación. Oremos

2.      Jesús mío, por tu santísimo rostro lleno de sangre, que dejaste impreso en el velo de la Verónica, Te pedimos nos concedas el sello de  tu preciosísima sangre como una fuente de fortaleza y gracia para permanecer firmes en la fe. Oremos

3.      Jesús mío, por los crueles azotes que sufriste, ten misericordia de los enfermos y de todas las personas que sufren algún tipo de discapacidad, para que con la ayuda de tu fuerza puedan sobrellevar las dificultades con las que han de convivir cada día, y para que familiares, cuidadores, profesionales de la salud y amigos seamos especialmente sensibles a sus necesidades. Oremos

4.      Jesús mío, por la bofetada que recibió tu rostro venerable, ten misericordia de nuestro mundo, te pedimos por la Paz tan necesaria, para que todos nos afanemos por buscarla, y en concreto los cristianos nos propongamos ser en el mundo instrumentos de paz y de reconciliación. Oremos

5.      Jesús mío, por los pasos que diste en la calle de la Amargura con la cruz a cuestas, ten misericordia de todas las personas que viven sin encontrar su camino, cayendo en la desesperanza, y por todos los inmigrantes que tratan de encontrar su camino muchas veces arriesgando su propia vida, buscando algo mejor: para que la luz de tu Espíritu sea la que les guíe y sepan realmente descubrir el sentido a la vida y lo que tú esperas de ellos. Oremos

6.      Jesús mío, por la corona de agudas espinas que traspasaron tu santísima cabeza, por tus santísimos pies y manos clavados con duros clavos, te pedimos tengas misericordia de las almas del Purgatorio. Oremos



ORACIÓN FINAL

Amabilísimo Redentor mío, con el alma afligida de dolor te he seguido, paso a paso, en Tus sufrimientos infinitos; he visto Tu rostro ensangrentado, Tus sienes heridas, Tus hombros surcados, Tu espalda desgarrada, Tus pies y manos atravesados, Tu Corazón abierto de par en par, y todo Tu cuerpo desfallecido y sin parte sana: desde la coronilla de la cabeza hasta la planta de los pies, eres una llaga y «más parecéis gusano que hombre».
Mis pecados, con furia infernal, te han destrozado a Ti, víctima inocentísima y divina.
A la vez que te contemplaba en el Pretorio, en la Calle de la Amargura y en el Gólgota, Te veía también en el Sagrario, y puede descubrir, Jesús mío, que aquí, donde no debas de tener sino de gratitud, el servicio y la alabanza de tus hijos, tienes de ellos y particularmente de mí, cruces, espinas, clavos, azotes, hiel y vinagre de nuestras frialdades, ultrajes, sacrilegios y mil otras abominaciones que sólo Tu, de paciencia y misericordia infinitas, puedes tolerar.
¡Ah!, cuánto me pesa haberte ofendido y con qué profunda e inmensa gratitud quiero corresponder a Tus finezas. Ahora, especialmente, Te agradezco las gracias que en este santo ejercicio me has otorgado, y las resoluciones que me has, hecho formar; dame Tu auxilio poderoso para cumplirlas fielmente.
No tengo, Señor, sino este miserable corazón, pero animado de muy buenos deseos, te lo entrego para siempre. Recíbelo con agrado y dígnate imprimir en él, te ruego Viacrucis Eucarístico nuevamente, Tu Pasión, Tus virtudes, un odio a muerte al pecado, y hombre y sed insaciables de vivir contigo en el Sagrario y de recibirte así diaria como dignamente. Y Tú, Madre mía, reina de los mártires, acepta una vez más mi tierna compasión y no me olvides. Asísteme en mi postrera agonía y, en tus manos, presenta mi alma a Jesús. Así sea.

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